Según los informes de la ONU, la desertificación es un proceso de degradación del suelo productivo, en zonas áridas , semiáridas y subhúmedas secas; es decir, el suelo se erosiona, las tierras se degradan y la superficie vegetal desaparece. Este fenómeno debilita, especialmente los ecosistemas de zonas secas, los cuales cubren un tercio de la superficie del planeta.
Entre los factores de alto riesgo, la actividad humana y los cambios climáticos, son los causantes principales de este fenómeno. Asimismo, la inestabilidad política, la pobreza, la deforestación, el sobrepastoreo y las malas prácticas de riego, degrada la productividad de tierras fértiles. Por otro lado, las sequías son un factor colateral que aporta al proceso de desertificación. Se deben por la ausencia de precipitaciones y la sequedad de los suelos, además afectan a las poblaciones y sus actividades diarias, obligando a sobre utilizar y por ende degradar la tierra fértil.
Es importante que la población comprenda los impactos negativos, que las actividades diarias provocan en el suelo y en el ambiente. Se debe estimular una conciencia ecológica, para así lograr la estabilización permanente y progresiva de los ecosistemas. Adicionalmente, los sectores públicos y privados deben gestionar efectivamente los recursos naturales, apoyar la sustentabilidad ambiental y distribuir la actividad económica en distintos sectores. Recordemos que la tierra es valiosa y debemos invertir en ella.
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